He tenido el privilegio de ayudar a muchas personas que enfrentan una amplia variedad de desafíos, como ansiedad, angustia, depresión, duelo, crisis matrimoniales y crisis existenciales, obsesiones, episodios de locura, demencias, etc.. Cada uno de mis pacientes me ha brindado una valiosa lección y ha contribuido significativamente a mi crecimiento como profesional. Aunque he invertido tiempo en mi educación formal, incluyendo estudios universitarios, diplomados y cursos, siento que el aprendizaje más fundamental, y quizás el más enriquecedor, ha surgido de la experiencia directa con mis pacientes. Estas interacciones y las horas dedicadas a comprender sus necesidades y ayudarles han modelado mi enfoque terapéutico y mi capacidad para ser útil en el proceso de cada individuo.

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Es esencial tener en cuenta que todo lo posterior se derivan de mis propios estudios de las numerosas sesiones de asesoramiento que he llevado a cabo con miles de pacientes a lo largo de mi carrera. Cabe destacar que cada psicólogo puede tener su propio enfoque de trabajo y estilo terapéutico único. Por lo tanto, siempre sugiero que las personas se informen adecuadamente para tomar una decisión informada al elegir al mejor psicólogo que se ajuste a sus necesidades individuales y preferencias personales

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El primer elemento fundamental en mi enfoque terapéutico es la no crítica ni el juicio.

Cuando una persona comparte conmigo sus sentimientos, reconozco que juzgar o responder con comentarios poco empáticos no sería beneficioso. Mi enfoque se centra en validar los sentimientos de mis pacientes. Esta validación es crucial para crear un espacio seguro y de confianza, donde puedan explorar sus emociones y pensamientos de manera profunda. La validación les brinda la certeza de que mi papel no es actuar como un juez, sino como un guía y apoyo en su proceso de autorreflexión y cambio cognitivo. Esto permite que mis pacientes se sientan cómodos y abiertos a compartir, sin temor a la crítica, lo que, a su vez, facilita un trabajo terapéutico más efectivo y significativo.

En algún momento de mi carrera intenté una postura crítica y nunca tuve un buen resultado

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El segundo elemento es la aceptación incondicional,

Cuando una persona me contacta, independientemente de su situación, no la juzgo ni la categorizo. Me gusta tratar a las personas que me contactan por lo que son; una persona que busca ayuda y quiere mejorar. Esto significa no tratar de imponer mi visión de cómo debería ser la vida de mis pacientes o cómo deberían ser como individuos. Me esfuerzo por aceptar a mis pacientes tal como son, con todos sus pensamientos y emociones, tanto los positivos como los negativos. Esta aceptación implica no juzgar, no criticar y no imponer mis propias creencias, valores o principios.
 

Encuentro que esta actitud de aceptación incondicional es extremadamente valiosa, ya que permite a mis pacientes sentirse cómodos y abiertos en las sesiones. Aceptar a una persona en su totalidad significa permitirle ser quien realmente es en ese momento, sin juicios ni expectativas. Esto fomenta una mayor apertura y confianza en el proceso terapéutico, lo que, a su vez, facilita un trabajo más efectivo y enriquecedor en conjunto.

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El tercer elemento crucial en mi enfoque terapéutico es la comprensión.

Escuchar y entender los pensamientos y sentimientos de mis pacientes desde su propia perspectiva me brinda la posibilidad de aconsejarlos, orientarlos o ayudarles según sus propias necesidades y valores, evitando así la postura de "Haz lo que yo te digo y listo". Siento que cada uno de mis pacientes son expertos en su vida, dado que ellos son quienes viven sus dolores y malestares, y son quienes gestionan finalmente su vida. Siendo así, mi rol es el de un facilitador, alguien que ayudará a que puedan encontrar sus propias respuestas y soluciones, guiándoles a través de la reflexión, y no mediante la imposición.

A menudo, las personas no son plenamente conscientes de todo lo que dicen, lo cual es completamente natural. Sin embargo, tener a alguien que les ayude a reflexionar sobre lo que comparten puede ser inmensamente valioso. Por ejemplo, si un paciente me habla de su ansiedad, angustia o depresión, simplemente decirle lo que yo sé sobre su trastorno, información que quizás ya haya buscado en línea, no sería una verdadera comprensión.
 

En cambio, al entender plenamente lo que me dicen, puedo guiarles y orientarles de manera más efectiva, lo que facilita un proceso terapéutico más enriquecedor y significativo. Esto permite una exploración continua del mundo interno de tus pacientes y puede ayudarles a darse cuenta de aspectos que no habían considerado o a reforzar sus propias reflexiones.

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A medida que te vuelves más consciente de estos patrones, puedes comenzar a cuestionarlos y a desarrollar nuevas formas de pensar y actuar que sean más saludables y efectivas. 

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Finalmente

Cuando una persona comienza su camino de crecimiento personal, lo primero que surge son sus resistencias internas. El primer día decide, por ejemplo, comenzar una dieta, repetir afirmaciones u organizar su vida, sin embargo, al día siguiente es probable que no haga ni la mitad de las cosas que se propuso. Estas resistencias están generadas por el ego, el ego es la parte que se siente separada del Espíritu y que, a su vez, genera el drama personal. Es muy difícil mantenerse en un mismo nivel todo el tiempo. Es probable que te sientas muy bien en un momento, pero luego te encuentres con tu ex pareja, o te pelees con tu jefe, tu hijo o un amigo, o te enfermes, y encuentres tu vibración personal cambie súbitamente. Cada persona debe aprender a cuidar sobremanera su vibración personal.

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